Que la Academia de Hollywood tiene especial debilidad por las películas sobre el racismo, la superación personal o sobre aquellas que penetran en alguno de los capítulos de la Historia USA no es ningún secreto. Quizá por ello, 12 años de esclavitud (Steve McQueen, 2013), adaptación de la autobiografía de Solomon Northup sobre sus vivencias como esclavo en la América sureña, se ha vendido como «la gran favorita» de estos premios. Pocas veces una obra goza de un beneplácito tan aplastante de la crítica. Y, claro, las expectativas se disparan. No las de un servidor, al que el oficio de crítico de cine le ha enseñado a ser, ante todo, cauteloso. El tiempo me ha instruido a no dejarme llevar por las corrientes mayoritarias, tanto si son condescendientes con un producto como si no. Dicho lo cual: sin poder superar a El mayordomo (Lee Daniels, 2013) como gran decepción del año, 12 años de esclavitud se queda cerca. El nuevo proyecto del director británico no es tan tramposo ni manipulador como el desastre de Daniels, pero lleva grabado a fuego algo peor: sus ganas de convertirse en «La Gran Película sobre la Esclavitud». Y al que esto firma, que no cree que por abordar un asunto espinoso en cine -ni siquiera el de la trata de esclavos, con las consabidas alabanzas de los Académicos- te convierta automáticamente en una gran película, le da por reírse.
12 años de esclavitud
7