Musarañas

La etiqueta más adjudicable a Musarañas (2014), debut en el largometraje del mexicano Esteban Roel y el español Juanfer Andrés, es de entretenido pasatiempo. La película se autocondena a no ser una gran cinta desde el mismo momento en el que sus responsables empiezan a trabajar sobre un guión que, por extremadamente inverosímil, parece no tomarse nunca en serio a sí mismo. ¿Significa esto que haya que echar a la hoguera el que ha sido el primer trabajo de estos respetados cortometrajistas que, además, cuenta con el atractivo de haber sido apadrinado por Álex de la Iglesia? En absoluto. Tal y como está el panorama cinematográfico, infecto de sagas interminables, reboots innecesarios o películas en las que el bostezo te asalta desde el minuto uno, la etiqueta de «entretenido pasatiempo» se agradece. Musarañas, en efecto, no es una gran película, pero sí un trabajo digno cuya hora y media se consume en un suspiro gracias a la habilidad de sus creadores por crear un universo con el que conectar ipso facto. De planteamiento atractivo y atmósfera más que conseguida, el que supone también el primer trabajo como productora de Carolina Bang es un estimulante y arriesgado híbrido entre comedia negra, terror, thriller y melodrama romántico. 

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