No es fácil llevar asuntos tan vidriosos como el de los malos tratos a la gran pantalla, sobre todo por tratarse de un tema que exige la máxima documentación y sensibilidad posible. Por eso, es aún más elogiable Te doy mis ojos (Icíar Bollaín, 2003), una de las películas más arriesgadas de nuestro país de los últimos años. Cine social puro y duro, que gira en torno a un terrible drama que, lejos de cesar, es cada día más palpable en nuestra sociedad. La historia comienza con un prólogo contundente, en el que se nos narra la huida de una mujer, Pilar (Laia Marull), junto a su hijo de ocho años, de las garras de un hombre que, no solo le ha dejado una secuelas físicas irreparables, sino que además la ha anulado como persona. Así, llega a casa de su hermana Ana (Candela Peña), una restauradora de arte que le brindará todo su apoyo. Pero Pilar alberga todavía la esperanza de que el hombre con el que lleva diez años casada algún día cambie… y, mintiendo a su propia familia, empezará a creer las insostenibles promesas que le hace Antonio.
La directora de Flores de otro mundo, que se reveló con esta reflexiva película como una de las cineastas más maduras de nuestro país además de como una guionista excelente, construye una historia en la que todos los personajes desempeñan un papel vital en el transcurso de los acontecimientos y extremadamente fieles con la realidad. Así, tenemos a una espléndida Candela Peña en el papel de la hermana de la protagonista, su principal punto de apoyo. Frente a ella está Aurora (Rosa María Sardá), la madre de ambas, que no sólo no respalda la decisión de su hija de haberse alejado del hogar conyugal, sino que además, no quiere ver el problema que tiene su hija («tú lo que tienes que hacer es volver a casa con tu marido», es tan sólo una de sus perlas). Un papel a priori poco creíble, pero más común de lo que nos imaginamos; el personaje de Sardá ejemplifica que en ocasiones es más cómodo mirar hacia otro lado que atajar de raíz el problema. Actores tan consagrados como Antonio de la Torre (Volver, Balada triste de Trompeta) o Frances Garrido (Mar Adentro, El habitante incierto) completan un acertado y creíble reparto.
Pero sin duda, el perfil que la cineasta elabora del maltratador es, además de realista, el más complejo. El protagonista se nos presenta como un hombre que, por encima de todas las cosas, está enfermo; una persona que no sabe controlar su ira -de ahí que sea un ser imprevisible-, posesivo y celoso. Además -y esto es lo más revelador, el comportamiento autoritario y de su superioridad de Antonio respecto a su mujer revela, en el fondo, una gran falta de autoestima. La película también intenta dar respuestas a preguntas tan elementales como, ¿por qué una mujer aguanta tantos años de matrimonio con una persona que la machaca continuamente?, ¿debe vivir en sociedad una persona enferma como es un maltratador, con el peligro que esto supone?, ¿sirve de algo denunciar?, ¿hasta qué punto el policía se involucrará en el sufrimiento de las víctimas?
La directora, que ya había rodado el cortometraje Amores que matan en el que también habla del drama del maltrato a la mujer, construye una película en la que la falta de violencia explícita es una de las gratas sorpresas que encontramos. En efecto, la cineasta no sólo huye del morbo y expone los hechos esquivando el sensacionalismo, sino que con sólo una mirada, una frase, logra transmitir mucho más horror que mil bofetadas juntas (impecable Luis Tosar, en el mejor trabajo de su carrera junto con Celda 211 –Daniel Monzón, 2010–). Quizá, ese sea el verdadero maltrato al que es sometida Pilar: un maltrato psicológico, que en la película (igual que en la vida real) se desvela como mucho peor que el físico, ya que deja huellas irreparables y merman su propia autoestima («no sé quien soy, Ana. Hace tiempo que no me veo. No te lo puedo explicar«, le confiesa Pilar a su hermana). Salvo puntuales ocasiones en las que Antonio hace uso de su fuerza (el momento del estrangulamiento, aterrador), lo que más importa en la película es la denigración a la que somete a su mujer, así como a una humillación sin límites (la escalofriante escena final del balcón no sólo es la que mejor ejemplifica este hecho, sino que además es una de las más duras del film).
Te doy mis ojos, la gran triunfadora en la XVIII edición de los Premios Goya, es un trabajo cinematográfico que, cada cierto tiempo, conviene revisar. Quizá así no olvidemos nunca este demoledor drama con el que, día tras día, deben vivir (y combatir) cientos de mujeres. Y la gran cantidad de ellas que, desgraciadamente, no vencen en esa lucha.
Creo que, como bien comentas, lo que diferenció en su día a esta película del resto de cintas sobre los malos tratos fue sobreponer la agresión psicológica a la física. Que el cuerpo se cura, pero hay heridas en el alma que no pueden cerrarse jamás. Puede que no sea un peliculón, pero nadie puede quitarle su valor social… los diálogos que recuerdas ponen los pelos de punta!! Ojalá algún día se termine esta lacra.
Exacto! Si mal no recuerdo, la única escena de violencia es justo al final, cuando él la intenta estrangular. El resto de la película son miradas, tensiones…pero nunca maltrato físico… es la forma más difícil de llevar el tema del maltrato al cine y la directora sale muy airosa de la situación. Y sí, ya está bien que a estas alturas todavía sigan produciéndose este tipo de cosas…tremendo
La mejor película que he visto sobre el maltrato y tristemente la cruda realidad. Tosar como siempre me deja sin palabras, se me ponían los pelos como escarpias (demostrando que es y será el mejor actor español de la historia del cine en todo papel que caiga en su manos). Me encantó la película..
totalmente de acuerdo… Luis Tosar no hacía falta que abriera la boca para dar pánico, sus gestos ya lo decían todo… Personalmente me gusta más que Javier Bardem, que es otro monstruo de la escena. Para que luego digan que en España no hacemos buen cine. 😀
Estoy de acuerdo, prefiero a Tosar que ha Barden. A Barden no le termino de pillar eso que me guste (no quiero decir que sea mal actor), por ejemplo beautiful para mí, un truño para cortarme las venas.
Tuve que ver esta película para poder entender mejor la violencia de género, y mejorar el taller que realice sobre este tema, me ayudo más que muchos libros que leí, a pesar de la poca agresividad física que aparece (no por ello menos importante) la película muestra claramente el infierno que Pilar vive día tras día, sin duda el maltrato psicológico conlleva múltiples y muy graves consecuencias, siempre esta presente en el resto del maltratos, es el peor de todos.
Además Tosar es un agresor dependiente, por ello también amenaza y chantajea a su victima con suicidarse. He de reconocer que en esta película cogí un poco de manía a este actor, lo hace tan sumamente bien, que me dio miedo. Desgraciadamente es el prototipo de la mayoría de los maltratadores.
Muy buena crítica Pablo, has penetrado en la gravedad del asunto, las frases que has elegido han vuelto a ponerme los pelos de punta, has denunciado un problema social muy preocupante, todos debemos sensibilizarnos ante esta realidad que entra a nuestras casas todos los días a través de las noticias.
UN BESITO PABLO!
Me alegro que una peli así te haya llegado tan adentro porque ese ha sido el objetivo de la directora; supongo que tú estarás más concienciada que yo por tu trabajo, así que ver este tipo de pelis te debe gustar. Además, como veo en tu comentario dominas el tema en profundidad, yo sólo domino lo que sale en la prensa y poco más, pero en lo que los dos sabemos es que se trata de una LACRA con la que hay que acabar cuanto antes (y que no parece tarea fácil…). Te recomiendo además la de «Yo, también», de la historia de amor entre una trabajadora social y su paciente con Síndrome de Down… es de lo mejor que ha hecho el cine español en los próximos años. En breve hago la crítica y te la dedicaré! 😉 Un besazo y gracias por seguir el blog tan de cerca!!
No olvidaré esta pelicula porque Tosar está inmenso y por esa escena final que es brutal.
Totalmente de acuerdo…con decirte que cuando lo vi de Malamadre en Celda 211 todavía seguía pensando en lo hijoputa que era en Te doy mis ojos….
La película está tan bien estructurada, con un guión tan bueno, que solamente necesita una fuerte escena de maltrato al final para impactar al espectador. El transcurso es tan enganchante gracias al trabajo de Tosar y Marull.
Tosar espectacular en cada uno de sus papeles película tras película de personalidades tan marcada.
Marull en el papel de una mujer obnubilada de amor de un hombre cruel. La cara desencajada del final de la película, cuando ocurre la escena del maltrato, es increíble. Gran interpretación.
Como todos tus entradas que he leído, felicidades. 🙂
¡ Seguimos Online !
Totalmente de acuerdo contigo! El trabajo de los actores es brutal y el de la directora no menos sobresaliente, pues aborda el drama de forma muy realisma.
Me alegro que te haya gustado la película y mi crítica, aunque al ser de las primeras que escribí no está muy elaborada, pero bueno.
Estamos en contacto por twitter!! Un abrazo! 🙂