Con faldas y a lo loco

Hay una regla no escrita -o sí, da igual- de que el truco para que una sitcom funcione debe ser la inclusión de un gag cada quince segundos. Estas comedias de situación, importadas de América, basan su fórmula en incluir chistes permanentes en los guiones con el fin de mantener en todo momento su ritmo ágil y dinámico. Con faldas y a lo loco (Billy Wilder, 1959) llevó esta máxima al cine, dando como resultado una película en la que conforme avanza el metraje los gags son cada vez más ingeniosos y constantes, convirtiendo a este film en la mejor comedia de la historia. Ambientada en el Chicago de 1929, y haciendo inevitables referencias a temas tan actuales en la época como la Ley Seca (por la que se prohibió la distribución y fabricación de alcohol en América en los años 20 y que bien ejemplifica la escena del ataúd repleto de botellas) o el ajuste de cuentas entre bandas organizadas, Wilder nos regala una obra basada en los chispeantes diálogos, ritmo vertiginoso y un encanto infinito. 

Dos años después de rodar Testigo de Cargo (1957) y tan sólo un año antes de realizar El apartamento (1960, obra con la que repetiría con Jack Lemmon, que también trabajó para él en obras como Irma la dulce, 1963), Billy Wilder volvió a adelantarse a su época regalándonos una historia protagonizada por Joe (un sublime Tony Curtis) y Jerry (Lemmon), dos músicos que, tras ser testigos de una masacre, deben huir de la mafia. Así, abandonarán Chicago y pasarán a incorporarse a una orquesta de música femenina disfrazados de mujeres. En dicha banda trabaja la explosiva Sugar Kane (Marilyn Monroe) y será precisamente al conocerla cuando empezarán a sucederse las situaciones más disparatadas que alguien pueda imaginar, sobre todo cuando ambos (ahora convertidos en Josephine y Daphne) empiecen a interesarse por la bella cantante… 

Además de demostrar ser un brillante director, Wilder se confirmó en esta película como todo un visionario, desafiando a la rígida sociedad americana de la década de los 50 al incorporar elementos como el travestismo y los conflictos de identidad sexual en una época en la que estaban considerados cuanto menos polémicos. Asimismo, tampoco se priva a la hora de incluir insinuaciones lésbicas en escenas como cuando Sugar se cuela en la cama con Josephine en el vagón de tren, algo que en estos tiempos puede parecer lo más corriente del mundo pero que fue todo un escándalo por aquel entonces. Por último, también en materia sexual, Wilder volvió a desafiar a la censura con una muy sutil simbología sexual (la escena de las almejas) o el momento en que el personaje de Marilyn junto a la bañera llena de espuma en la que se encuentra Daphne (y que nos remiten, inequívocamente, a esa mítica escena de La tentación vive arriba -1954-, la anterior colaboración entre director y actriz). Hechos que atestiguan que, bajo su barniz aparentemente ligero y banal, se esconde una obra profundamente transgresora.

Y es que Marilyn Monroe debió de estarle agradecida de por vida a Billy Wilder por haberla convertido en uno de los iconos cinematográficos más importantes. El director le regaló algunas escenas antológicas como la anteriormente comentada, la de la fuga de aire del metro o la que protagoniza en esta misma película interpretando el legendario  «I Wanna Be Loved By You»a pesar de que la actriz convirtió el rodaje de esta película -en la que baila, canta y se enamora- en una pesadilla: no sólo olvidaba continuamente los textos -se dice que colocaba el guión por todos lados para recordar sus frases- sino que además fue terriblemente impuntual, debido sobre todo a que estaba embarazada de su marido, Arthur Miller. Marilyn Monroe hace aquí el papel de su vida, por el que siempre será recordada, sobre todo gracias a un espectacular diseño de vestuario -único Oscar que ganó la película, devorada por el ciclón Ben-Hur (William Wyler, 1959)-. Cómo olvidar esos ceñidos y transparentes vestidos que la actriz rubia -desafiando a los más férreos censores- luce durante la película, atestiguando el gran nivel de caracterización que prima en la película más allá de los dos personajes principales que se convierten en mujer.

«Las cosas hay que hacerlas bien, o no hacerlas», dice un determinado personaje en los primeros minutos del film. Y Billy Wilder sabía hacer las cosas muy bien: para el recuerdo queda la presentación, a la media hora de la función y cubata en mano, del personaje de Marilyn, unos guiones inteligentísimos («haré todo lo necesario con tal de permanecer alejada de los hombres; no puedes llegar a imaginar lo sinvegüenzas que son», le confiesa la insinuante rubia a un Joe, trasvestido, que bebe los vientos por ella) o momentos tan delirantes como el de la fiesta nocturna en el vagón de tren («soy una chica, soy una chica») o cuando ambos actores, con tacones de vértigo, protagonizan una trepidante persecución, con una subida de escaleras que debe ser el momento más surrealista y tronchante que he visto jamás en cine. 

Pero lo que convierte en inmortal esta gran película, más allá de la impecable labor del trío protagonista, es que es sencillamente perfecta. Nada falta ni nada sobra. El tiempo está aprovechado hasta el último segundo y los 120 minutos de película se digieren como si fuesen la mitad. Quien vea esta magnífica película terminará enamorado porque, bajo esa capa de irreverencia e inconformismo, se esconde una obra tan tierna como entrañable. Sí. Puede que Billy Wilder nos enseñara que nadie es perfecto, pero Con faldas y a loco sí lo es.

10 comentarios en “Con faldas y a lo loco

  1. Gran película y gran comedia de enredo. Mucha Marily, mucho por fuera y mucha chica (muy mona ella) pero para mí, pocas dotes de interpretación. Me parece como Megan Fox, bonito por fuera pero vacío por dentro. Aunque en estos casos siempre se dice que «NADIE ES
    PERFECTO». Grandiosa la escena del final. Esto se introduce a la primera pareja gay del cine.Tengo una hipotesis, se lo llevó a la isla desierta. jajajajajaj

    • Llevas razón en eso de que Marilyn nunca fue una gran actriz, a pesar de ser uno de los mitos cinematográficos más potentes de la historia. Tiene muchas escenas legendarias… y un encanto irresistible. La frase de «Nadie es perfecto» es tan surrealista que sólo puede hacer que nos riamos, y es el broche perfecto a una historia fantástica. jajjjaja, sí, yo también pienso que se lo llevó a una isla desierta!! bien pensado! 😛 Qué peli me recomiendas, por cierto???

      • Tengo muchas para recomendarte: Todo hablan de kevin con tilda swinson, la última que he visto es Bitelchus de Tim Burton, Up in the air, Smullong millonaire

  2. Muy divertida, la he visto un par de veces. Totalmente de acuerdo con tu crítica.
    No puedo remediar sentir una tremenda admiración por Jack Lemmon, y por si no la has visto tienes que ver «Días de vino y rosas»

    • Gracias por el comentario y por leerte la crítica. Mi escena favorita es cuando suben las escaleras con los tacones… no puedo parar de reír!! Y me apunto la de «Días de vino y rosas», no la he visto y si me la recomiendas tú seguro que me gusta!

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