Marnie, la ladrona

Los pájaros (1963) y Marnie, la ladrona (1964) comparten algo más que director -Alfred Hitchcock- y actriz protagonista -Tippi Hedren-. Rodada con tan sólo un año de diferencia, Marnie, la ladrona es un película que tiene todas las de perder si se compara con su grandiosa predecesora: no posee ni la mitad de la brillantez de su guión, ni de su suspense, ni de su poder magnético. Ni siquiera es una de las obras maestras del cineasta británico. Sin embargo, hay en ella una larga lista de virtudes que la convierten en un film de visionado obligatorio y que son, precisamente, aquellas por las cuales podemos establecer paralelismos con Los pájaros: dejando al margen ese habitual y fugaz cameo del propio Hitchcock en los primeros minutos, en Marnie se vuelve a dar cita un tema que obsesionaba al director como es la muerte. En un aceptable atmósfera de intriga se desenvuelve una historia protagonizada por una mujer cleptómana, mentalmente inestable, que arrastra un profundo trauma infantil. Además, se vuelve a recurrir a un macguffin como punto de partida; aquí no son unos periquitos enjaulados, sino un bolso al que el realizador otorga un revelador primer plano encargado de abrir la película diseñado para llamar la atención del espectador.

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Los Pájaros

Antes de que la película Los pájaros (Alfred Hitchcock, 1963) viera la luz, nadie podría imaginar que estas aves, aparentemente inofensivas, fuesen a convertirse en la pesadilla de millones de espectadores. Al igual que el genio británico logró que medio mundo tuviese pánico a los moteles de carretera con su anterior película, Psicosis (1960) -obra maestra en la que ya se nos advertía que los pájaros iban a tener un papel determinante en el próximo film del director- Hitchcock, en la que fue su etapa de mayor madurez cinematográfica, vuelve a jugar con los miedos más primarios del ser humano. En esta ocasión recurre a la naturaleza, a unos pájaros sedientos de sangre que, para más inri, ni siquiera son reales puesto que la mayoría fueron añadidos en post-producción, en una de las técnicas de efectos especiales más recordadas del cine. 

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