Los pájaros (1963) y Marnie, la ladrona (1964) comparten algo más que director -Alfred Hitchcock- y actriz protagonista -Tippi Hedren-. Rodada con tan sólo un año de diferencia, Marnie, la ladrona es un película que tiene todas las de perder si se compara con su grandiosa predecesora: no posee ni la mitad de la brillantez de su guión, ni de su suspense, ni de su poder magnético. Ni siquiera es una de las obras maestras del cineasta británico. Sin embargo, hay en ella una larga lista de virtudes que la convierten en un film de visionado obligatorio y que son, precisamente, aquellas por las cuales podemos establecer paralelismos con Los pájaros: dejando al margen ese habitual y fugaz cameo del propio Hitchcock en los primeros minutos, en Marnie se vuelve a dar cita un tema que obsesionaba al director como es la muerte. En un aceptable atmósfera de intriga se desenvuelve una historia protagonizada por una mujer cleptómana, mentalmente inestable, que arrastra un profundo trauma infantil. Además, se vuelve a recurrir a un macguffin como punto de partida; aquí no son unos periquitos enjaulados, sino un bolso al que el realizador otorga un revelador primer plano encargado de abrir la película diseñado para llamar la atención del espectador.
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Atraco perfecto
Es un hecho incontestable que Stanley Kubrick, uno de los directores más influyentes del S.XX, abordó casi todos los géneros cinematográficos. Se manejaba igual de bien en el terror (El resplandor, 1980), la ciencia-ficción (2001: Una odisea en el espacio, 1968), el cine bélico (La chaqueta metálica, 1987) o el cine negro con la que fue su gran carta de presentación en Hollywood: Atraco Perfecto (1956). Y es que, a pesar de haber rodado previamente dos películas, fue con esta historia acerca del robo a un hipódromo con el que el cineasta terminó una enriquecedora etapa de formación, comenzando al año siguiente su esplendorosa etapa de madurez con ese alegato antibelicista que es Senderos de Gloria, (1957). Películas, la mayoría de ellas, en la que se da cita un constante en su filmografía, como es el uso de la violencia o ese antihéroe en permanente conflicto con el mundo. En Atraco Perfecto, adaptación de la novela Clean Break de Lionel White, este rol lo ocupa Johnny Clay (Sterling Hayden), un ex presidiario que planea, junto con varios colaboradores, un atraco de proporciones épicas en la que todo está milimétricamente calculado, planificado y estudiado. ¿Todo?