Usted puede ser un asesino

El cine español vivió una espléndida edad de oro entre 1955 y a 1965, periodo en el que se demostró que a pesar de la compleja coyuntura histórica -la dictadura, la censura o la fuga de cerebros-, éramos capaces de hacer buen cine. Los subproductos nacionales seguían aflorando, qué remedio, pero las que han quedado para la posterioridad son las obras maestras que alumbró una etapa iniciada con Muerte de un ciclista (Juan Antonio Bardem, 1955) y rematada por El extraño viaje (Fernando Fernán Gómez, 1964) y en la que también se incluyen Los tramposos (Pedro Lazaga, 1969) o Atraco a las 3 (José María Forqué, 1962), ejemplos, todos, que huían de la que, despectivamente, pasó a denominarse como españolada. Un año antes de esta aplaudida comedia de robos y atracos, Forqué firmó la inferior Usted puede ser un asesino (1961), lo que no quita con que se sitúe entre lo mejor de su cosecha. Adaptación de la exitosa comedia de Alfonso Passo, estrenada en el Teatro de la Comedia el 27 de mayo de 1958 y adaptada en televisión y pantalla grande en numerosas ocasiones, por lo que hoy muchos recuerdan esta comedia negra es porque supuso el primer papel protagonista en cine de Amparo Soler Leal, la cual ya había interpretado breves papeles en Así es Madrid (Luis Marquina, 1953), Plácido (Luis García Berlanga, 1961) o su debut: Puebla de las mujeres (Antonio del Amo, 1952).

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La actriz catalana siempre le estuvo agradecida a su papel de Margarita, pues le supuso el golpe de notoriedad decisivo en su carrera. Además, supuso el inicio de su fructífera relación con el director, con el que rodó además Las que tienen que servir (1967), Un diablo bajo la almohada (1968) y Estudio amueblado 2.P (1969), papeles menores para una actriz recordada por la trilogía de Berlanga de La escopeta nacional o sus trabajos con Luis Buñuel –El discreto encanto de la burguesía (1972) o Pedro Almodóvar –¿Qué he hecho yo para merecer esto? (1984)-. De su etapa con José María Forqué, ya digo, conviene quedarse con Usted puede ser un asesino, aunque sólo sea por la escena del interrogatorio policial, una de las más desternillantes de la carrera de la intérprete. Rodada en blanco y negro, todo comienza cuando las amigas Margarita y Brigitte (Julia Gutiérrez Caba) deciden irse a pasar el fin de año a una casa de campo, dejando a sus respectivos maridos solos en casa. Lejos de amilanarse, éstos deciden contratar el servicio de dos prostitutas -o «mujeres de vida alegre«, como se hace referencia en un film algo revolucionario en este aspecto- con las que distraerse, todo aliñado con fiesta y alcohol. Sin embargo, el hallazgo de un cadáver en el piso de un tipo que pretendía hacerles chantaje da al traste con sus planes. Tras el regreso de sus esposas y la conclusión de que el muerto fue envenenado, la pregunta es clara: ¿quién ha sido el responsable? 

La película nace con el noble propósito de ser lo más fiel posible a su libreto original, algo que consigue a través de su laberíntico guión, una puesta en escena sumamente teatral y la aceptable definición de sus roles. Sin embargo, a pesar de seguir con escrupulosidad los parámetros del cine de intriga -siempre con Alfred Hitchcock en el punto de mira- el tratamiento formal no está a la altura. Al final queda una obra algo pobre en la puesta en escena y, ante todo irregular: con momentos brillantes -el interrogatorio citado, el claustrofóbico y ya antológico fragmento final, infectado de maniquíes… -, y otros no tanto -a partir del descubrimiento del segundo cadáver, la historia no consigue mantener el interés-. A partir de este segundo acto el guión diluye parte del interés y se vuelve rudimentario, a pesar de aglutinar alguna línea brillante: «cualquier puede ser un asesino: todos tenemos motivos para serlo». 

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José Mª Forqué da una lección de cómo conjugar de forma notable la comedia más surrealista con un relato criminal no de primer nivel, pero sí bastante entretenido. Sus giros de tuerca, algo pobres desde el punto de vista visual, quizá hubiesen sido mejor explotados en manos de otro director y en otro contexto, pero la labor de Forqué aprueba con nota. Una película que ayuda a dilapidar la inquina que algunos tienen con el cine español de hace más de medio siglo; aquel el que, con escasos medios técnicos e ínfimos presupuestos, se conseguían obras tan recomendables como esta. Usted puede ser un asesino puede que no sea ninguna obra maestra, pero sí ayudo a creer -como todos los citados al principio- que había vida más allá del cine español popular o de folclore. 

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