«- ¿Qué es eso de la noche americana?
– La noche americana es rodar una escena de noche pero a plena luz del día, poniendo un filtro delante del objetivo».
Pero La noche americana (François Truffaut, 1973) es algo más que un truco cinematográfico. Y es que, antes de que esos fenómenos globales que son La invención de Hugo (Martin Scorsese, 2011) o The Artist (Michel Hazanavicius, 2011) se convirtieran en dos de las mayores declaraciones de amor al cine jamás contadas, Truffaut ya había convertido a esta película en su particular homenaje al séptimo arte. Hoy, esta historia sobre el (laborioso) rodaje de una película, es una de las más recordadas del genial cineasta francés, así como un clásico indiscutible.
La noche americana, efectivamente, es todo un ejemplo de metacine, de cine dentro del cine, en donde el espectador, siendo testigo de todos los entresijos y conflictos que encierra la grabación de una película, explora un terreno en donde nada es lo que parece. El proyecto en cuestión, Os presento a Pamela, cuenta la historia de un joven que se casa con una mujer inglesa y que, tres meses después, decide presentársela a sus padres, con tan mala fortuna que la joven se enamorará de su suegro.
Pero llevar a cabo este rodaje, para el que tan sólo cuenta con 7 semanas, no será tarea fácil. El director Ferrand (el propio François Truffaut) tendrá que hacer frente a todo tipo de contratiempos que van surgiendo conforme avanza la grabación (actores que fallecen, miembros del equipo que huyen del set de filmación, gatos rebeldes que se niegan a hacer bien su papel…), a la vez que intenta luchar por dotar a su historia de un orden lo suficientemente coherente, de una trama lo más verosímil posible. Deberá, pues, ir solucionando las incesantes dudas de todo el equipo técnico y artístico, además de lidiar con ese mundo de la farándula en el que viven inmersos los actores -y que tan bien refleja Truffaut-, campo de cultivo de celos, traiciones y todo tipo de infidelidades. Lo que viene a ser, en definitiva, un rodaje caótico; un aspecto de la película que, lejos de haber quedado desfasado, 40 años después sigue a plena vigencia. Porque en el cine, como en la vida, nada es lo que parece…
«El cine es superior a la vida, porque en aquel no hay embotellamientos ni tiempos muertos… y todo fluye como trenes en la noche»
Frases como esta, pronunciada por el director Ferrand a mitad de metraje, viene a ejemplificar la gran conexión, el inmenso paralelismo que establece la cinta con la vida real. Porque La noche americana, con todas sus hipérboles y excesos, lo que pretende reflejar es esa tensión latente en el plató durante la grabación de una película y dejar patente que los actores, más allá de su condición de artistas, son personas de carne y hueso, con una vida privada que, en ocasiones, dificulta su trabajo. Prueba de ello la encontramos en Severine (Valentina Cortese) equivocándose tropecientas mil veces de puerta en plena filmación porque su hijo en la vida real padece leucemia. O esa protagonista de la función, Julie (Jacqueline Bisset) inestable fuera y dentro de la pantalla a causa del revuelo mediático formado al haberse casado con un médico mucho mayor que ella, padre de su ex marido (fundiéndose una vez más realidad y ficción, puesto que es el mismo argumento que Os presento a Pamela).
El hecho de que el cineasta francés haya querido estar materializado en La noche americana no es más que una mera excusa para construir su película más personal, casi autobiográfica, por la que ganó el Oscar a la Mejor Película de habla no inglesa. Porque, ¿no es esa voz en off del director Ferrand que va narrando los acontecimientos, la del propio Truffaut?; ¿qué debemos interpretar de ese incesante sueño del realizador de Os presento a Pamela, el que se ve de niño robando los carteles de Ciudadano Kane (Orson Welles, 1941)? Por no hablar de la famosa escena en la que, rebuscando entre sus papeles, Ferrand deja al descubierto una gran lista de libros de cine, de los autores -que van desde el neorralismo italiano al surrealismo más puro- que han marcado la vida y obra del propio Truffaut: Jean Renoir, Luis Buñuel, Roberto Rossellini, Robert Bresson, el propio Orson Welles y, cómo no, Alfred Hitchcock, el director favorito del realizador. Escenas, por tanto, que atestiguan que estamos ante una declaración de amor al cine tan rotunda como explícita («el cine me salvó la vida. Todo lo que he aprendido lo he aprendido en una sala», llegó a afirmar Truffaut). Hechos como que el primer fotograma de la película sea una dedicatoria hacia Lilian y Dorothy Gish, dos de las más grandes actrices de la historia del cine mudo, no hace sino confirmarlo.
Demostrando sus dotes de guionista, actor y, como no, director, François Truffaut vuelve a contar en este proyecto con Jean-Pierre Léaud (Alphonse), su actor fetiche, y protagonista de Los 400 golpes (1958) con tan sólo 14 años, en la que fue su carta de presentación en el cine. Precisamente con esta película, inspirada en la triste infancia del director y que resultó ser un rotundo éxito, Truffaut se desveló al mundo como uno de los renovadores del movimiento fílmico de la Nouvelle Vague.
«En un principio se espera dirigir una obra maestra… luego se espera acabar la película». Es la frase que pronuncia Ferrand, o lo que es lo mismo, Truffaut, ante las adversidades que rodean su rodaje. En este caso, en el de La noche americana, el genio francés -fallecido prematuramente en 1984 por un tumor cerebral-, lector implacable, permanente autodidacta, no sólo logró terminar una de sus películas más redondas. Además, consiguió ese propósito inicial que el que abarcaba cada una de sus películas: dirigir una (absoluta) obra maestra.
Me ha gustado mucho tu crítica, Pablo. Por añadir algo, yo resaltaria las palabras que Ferrand(Truffaut) dice a Alphonse (JP Léaud, que es su alter ego en muchas de sus películas) cuando su novia lo abandona con el especialista y él, herido, abandona la película. Ferrand le dice que ellos no están hechos para ser felices en la vida sino haciendo cine.
Gracias por el apunte Mar. Esa frase se me ha olvidado incluirla y, sin duda, es un momento álgido de la película. En breve haré la crítica de «Los 400 golpes», que también me ha gustado mucho. Un beso!
Me gusta mucho cómo has planteado la crítica. Cada día lo haces mejor
a mí me gusta que me leas todos los dias! 🙂 me alegro que te guste! quiero más recomendaciones de pelis!! 😉
Me gusta mucho tu blog! Enhorabuena!así puedo descubrir muchas películas que no he visto (aun habiendo estudiado Com.Audiovisual) esta en concreto es una peli que tengo pendiente desde hace mucho tiempo!
Buenas Nuria. Gracias por tus palabras! Me alegra un montón saber que me leen incluso gente que no conozco como es tu caso. Te animo que a que cuando tengas tiempo veas «La noche americana» que seguro que no te defrauda! Y espero que me recomiendes tú también alguna peli que a mi me quedan por ver miles de películas! jeje, un abrazo!