Un escenario. Tres protagonistas. Dos hombres y una mujer. Y, como detonante de la acción, un reloj de pulsera que se queda sin pilas. Poco más es lo que necesita Alfred Hitchcock para construir una de las mejores películas de la historia del cine y una de sus obras cumbres.
El argumento es bien sencillo: Tony Wendice (Rady Milland) es un ex tenista casado con Margot (Grace Kelly), la cual mantiene una relación clandestina con otro hombre. Pero la tranquilidad de su matrimonio se verá lapidada cuando Tony decida asesinar a su mujer usando para ello a un antiguo amigo suyo, camarada del ejército. No obstante, las cosas (como casi siempre) no salen como están previstas y es Margot la que termina matando a su agresor… a partir de ahí se desarrollan una serie de acontecimientos y giros de guión magistrales que mantienen al espectador en vilo a lo largo de los más de 100 minutos que dura la cinta; una duración un tanto excesiva, algo habitual en el maestro, que compensa con una trama que avanza a pasos de gigante y engancha al espectador desde el minuto 1.
Crimen Perfecto (Alfred Hitchcock, 1954), película rodada para 3-D, supone la primera colaboración entre el director y una actriz que acabaría convirtiéndose en su musa: Grace Kelly. Tras su colaboración en esta película, de la que Hitchcock terminó bastante satisfecho, volvió a contar con ella en futuros proyectos como son Atrapa un ladrón o La ventana indiscreta (dos películas, por cierto, igual de imprescindibles). Y lo cierto es que Kelly no sólo sale airosa de la situación, sino que su personaje desconcierta y enternece a partes iguales; el espectador sufre sabiendo que se encuentra en peligro tras el plan marcado por su esposo para asesinarle, pero a la vez no termina de empatizar con ella debido a su aventura extramatrimonial.
A destacar también el buen diseño de vestuario de la película, ejemplificado a la perfección en el personaje de Grace Kelly; así, Margot va luciendo una serie de vestidos a lo largo de la cinta con unos determinados colores que se corresponden con sus estados de ánimo o situación. Al comienzo de la película, cuando está reunida con su amante en su propia casa, observamos a una Grace Kelly realmente exhuberante con un vestido rojo pasión (uno de los vestidos más míticos e imitados de la historia del cine). No es casualidad. Como tampoco lo es que aparezca con un vestido blanco (un color que simboliza la paz) la misma noche que planean asesinarla. Por último, mientras está presa acusada de asesinato vemos a una Margot apenada y descuidada, que tiene su expresión en la gabardina marrón que luce. Un detalle más, en definitiva de la gran actuación de Kelly de quien, según dicen, el director era un gran admirador y que cuando vio por primera vez se quedó sin palabras debido a su belleza.
Por otro lado, si tuviese que destacar una escena de toda la película, me decantaría por la que da comienzo a las 10 minutos de comenzar y que se desarrolla durante los casi 25 minutos siguientes. Se trata de la reunión en el apartamento de casados de Tony y Margot, en el que este primero se reúne con el futuro autor del asesinato a su mujer. Juntos, trazan el plan. Y los diálogos entre ellos son todo un ejemplo de gran cine; el protagonista lleva tiempo elaborando su plan y lo desarrolla verbalmente, dejando frío a un espectador que se encuentra ante un plan sin grietas ni fisuras, donde todo está milimétricamente calculado. Donde nada, en teoría, podría salir mal. Junto a esta, también es impagable la escena en que la Tony pregunta a sus compañeros de mesa qué hora es. Su reloj marca las 22,40, pero consciente de que no avanza, le responden que son ya las 23,07… un hecho a priori insignificante pero que es el gran punto de inflexión de la historia.
La película, se divide en dos grandes bloques: la preparación del crimen y todo lo que sucede después. En esta segunda parte es cuando entra en acción un perspicaz detective que tendrá como misión resolver todos los enigmas; encontrando infalibles pistas y tratando de averiguar el culpable en un caso que se torna cada vez más complejo, al más puro estilo Sherlock Holmes.
Una película que cuenta, además de alguna que otra versión cinematográfica (todas, por supuesto, menores comparadas con el gran clásico), con innumerables representaciones teatrales, algo no de extrañar, pues el 95% de la acción se desarrolla, como ya hemos apuntado, en un único escenario: un salón. Y Hitchcock exprime este hecho de la mejor de las maneras, destacando la excelente dirección de actores y unos tiros de cámara que aprovechan, hasta lo más mínimo, el espacio físico donde se desarrolla la trama. En este sentido me ha recordado a la magnífica Un Dios Salvaje (Roman Polanski, 2011), y ha venido a demostrar que tener una buena historia que contar es lo más esencial a la hora de hacer cine. El resto, es secundario.
Y es que si hay un tópico que derrumba Crimen Perfecto es precisamente es que no hacen falta grandes presupuestos para rodar una película, ni costosos efectos especiales, ni siquiera hace falta rodar en exteriores… Lo único y verdaderamente imprescindible a la hora de llevar a cabo un proyecto cinematográfico es tener entre las manos un buen guión. Y, si encima está Alfred Hitchcock (cameo incluido) al frente para dirigirlo, mejor que mejor.
Peliculón de «qualité»! me gusta desde minuto 1 hasta el «fin» y todo me parece perfecto. voy a leer la de Un dios salvaje ahora (y esta noche voy al cine a verla por 2 eurillos..jaja) y luego opino; y ya de antemano te propongo que hagas la crítica de La soga (Rope) que tiene mucho que ver con éstas.
jajaja, deja de darme envidia con lo del cine a 2 euros!!te va a encantar la peli de Un dios Salvaje… y además es cortita! A mi me impactó muchísimo la de Crimen Perfecto… la gente suele conocer de Hitchcock Psicosis y poco más, y esta película casi casi me parece tan buena como Psicosis. La Soga lo bueno que tiene es que la película en sí es toda un plano secuencia…y es de las pocas que me faltan por ver! pero vamos, caerá fijo en el blog! =) venga, que la ultima que me recomendaste, la de Il Postino me encantó, un besico.